miércoles, 24 de junio de 2015

ACERCAMIENTO A LA CRÓNICA

Recuerdo de Primaria

                                                                                                                      Robert Salas

         Hoy en día puedes ver a Manuel Suarez de lunes a sábados, con 21 años yendo a la ciudad de Valerana trabajar, quien tenga trato con él puede decir que es una persona promedio, que quizás no tenga nada que contar o ninguna historia interesante, esto puede ser lo que su cara o aspecto dicte a las personas. Tal vez a Manuel no le guste recrear lo que vivió en la primaria, en su niñez. En la escuela “Eduardo Blanco” principal primaria del municipio Escuque, en esa época muy actualizada por reparaciones y mejoras extras como el salón de computación, cuando mis amigos y yo cursábamos el cuarto grado, mientras que el niño Suarez estudiaba segundo grado, con baja estatura y timidez característica de la niñez, todo era juegos y controversias inocentes, nada fuera de lo normal, pero, y con mis ojos lleno de temor y reviviendo ese apretón en el pecho, que hace que me tiemblen las manos en este momento presionando las teclas de mi computador puedo contar un hecho que nos marco a todos en la escuela.

            Una mañana de principios de año escolar, estando los pasillos vacíos, un grito ensordecedor se hace escuchar, era con mucha fuerza, se sentía un dolor en la onda expansiva, un dolor que hizo que mi piel pasara a ser la de un ave, sabíamos que era distante pero lo sentías al lado del oído y luego murmuro, murmuro de profesores y directivos, de los cuales y a través de averiguaciones dimos con que era un niño de grados menores que nosotros, al que le dolía tanto la cabeza que lo hizo saber de esa manera.

            Me salto al viernes siguiente porque los dos días anteriores no supimos nada, fue una de las señoras encargadas del comedor quien nos dijo, antes de formarnos para entonar el himno, nos dijo que era ese niño el que había gritado, que tenía dos días sin asistir a clase y que ese día se estaba reincorporando. Sin prestar mucha atención a eso y sin saber lo que vendría se nos paso el tiempo hasta el recreo, ahí nos encontrábamos jugando fútbol en el patio cuando de la nada se escuchamos de nuevo aquel grito que descrito como impresionante nos envolvió de temor a todos, esta vez sabíamos de donde venia y en carrera nos acercamos a las afuera del comedor donde había una especie de cerca humana rodeando a alguien.

¡Manuel! ¡Manuel! Gritaba una profesora y cuando por fin logré ver, era él, o al menos el cuerpo de él, para describir lo que vi, tengo que hacer poca memoria pues la imagen esta como una cicatriz en mi mente.
Manuel estaba en el piso apoyado en sus manos y rodillas, como una postura de un animal de cuatro patas, se asemeja a la de un feroz león maligno, así lo describo porque su cara estaba con una expresión de mucho odio, de rabia, de desprecio al que miraba, a nosotros, su boca dejaba ver sus dientes apretados con mucha fuerza y botaba espuma que no parecía saliva y con un sonido como de rugido bajo pero demoníaco, a quien miraba dejaba sin aliento de la impresión terrorífica que daba. Allí permaneció por unos 25 minutos hasta que llegó su mamá y lo tranquilizo de manera instantánea con nuestras miradas puestas en ese acto fuera de lo común.

Fue solo hasta aproximadamente un mes de año escolar en que vimos a Manuel otra vez, con una expresión diferente, con mayor interacción en el recreo, sonriendo, su profesora le contó a la nuestra que lo noto muy diferente, en el buen sentido de la palabra.


Durante su ausencia y con preguntas a las señoras del comedor, a la profesora y a otros compañeros estudiantes supimos que al parecer su mamá era santera, bruja, practicaba brujería o magia negra y trabajos de maldad, con cosas como esas; no se supo si esto era cierto porque éramos muy niños para que nos detallaran todo. Pero puedo decir ahora con razonamiento propio y después de 14 años de aquello tan impresionantemente horrible y tenebroso, que Manuel tenía algo maligno dentro de él que no era de este mundo, que no era de Dios y con esto concluyo diciendo que eso era un demonio y que con el favor de Dios, Manuel Suaréz hombre se haya librado de eso.
Robert Salas



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